Días en donde el papel picado cubre de color la ciudad, los panteones y las calles en donde los caminos de petalos de cempasúchitl y birushe conducen a las almas de quienes ya partieron a los grandes manjares de Oaxaca.

Durante las fiestas de muertos, la ciudad ofrece una experiencia única con las comparsas y muerteadas de los barrios que recorren sus calles y cementerios o las del valle eteco, que durante 24 horas de banda y mezcal te llevan a una experiencia inolvidable, aquí tenemos la fiesta, la octava y la quinceava.

En las comunidades la esencia prehispánica se vive entre flores y la luz de los pabilos que son acompañantes del aroma de copal, dejándose escuchar guitarras y bandas de música, que tras un santo rosario, acompañan el brindar con mezcal y ambientan el baile con nuestros muertos entre altares, tapetes de arena y cenas familiares.