Con tamales de tres picos, marchas fúnebres y recorridos, los habitantes de san Cristóbal Lachirioag honraron a sus ancestros en un ambiente de solemnidad, pero también de alegría, donde la más exquisita gastronomía lució en la ofrenda que año con año ha contribuido a mantener la la esencia de la identidad zapoteca.
Como marca la tradición, el mayordomo de la festividad de los fieles difuntos es el responsable de colocar el altar en la capilla del panteón municipal, para ello, encarga a una persona mayor realizar esta labor, persona conocedora de las costumbres de la comunidad. En medio de palabras en zapoteco para pedir permisos y dar agradecimientos, una a una los alimentos son colocados en el altar: tamales de tres picos, atole de panela o champurrado, tortillas hechas a mano, guajolotes cocidos, panes en forma de monitos, aguardiente, cervezas, caldo de pollo, entre otros.
Por la tarde, parte de la autoridad municipal y religiosa parten del templo católico para el municipio y comenzar a visitar cada uno de los hogares de la población para bendecir los altares y pedir por el descanso eterno de quienes ya partieron de este mundo. Son los "wez nis lhái" (los que esparcen agua bendita) encargados de esta acción, a quienes después de realizar su labor en el domicilio, son gratificados con un obsequio en especie, para después continuar con su recorrido anunciando su llegada con una pequeña campana.
El día de 2 de noviembre, las familias se reúnen en el panteón desde muy temprano para adornar las tumbas de sus familiares con flores y algunas ofrendas, mientras, los "wau belh" (personas que ayudan al mayordomo en turno y cuyo nombre en zapoteco quiere decir “los que comen pescado” porque tiempo atrás eran a quienes se les ofrecía caldo de pescado después de ayudar en las actividades) invitaban a los asistentes a degustar un desayuno o comida. Después de la misa y a petición de algunas familias, la banda recorre algunas tumbas para interpretar algún son de la preferencia de la persona en vida.
Las actividades festivas continuan en el domicilio del mayordomo, donde al ritmo de los sones y jarabes se agradece a cada una de las personas que contribuyen en ayuda o especia en la realización de cada una de las actividades.
Contenido por: Helí Morales
ALTAR TRADICIONAL DE LACHIRIOAG
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"Tierra de dioses que nunca mueren"
2024