Encabezando la comparsa, un carro alegórico desfiló a modo de calenda, decorado con un altar de muertos tradicional oaxaqueño, adornado con flores, frutas y un relicario que simbolizó la fe y el amor hacia quienes han partido. Detrás del altar avanzaron las marmotas, los marmoteros y los integrantes de la agrupación, que este año decidieron dejar atrás el traje de chinas oaxaqueñas para portar disfraces alusivos al Día de Muertos.

Entre los personajes que engalanaron la noche destacaron revolucionarios, catrines, catrinas, muertes, novios y una muñeca, todos acompañados por las notas de la banda de música. El recorrido comenzó alrededor de las 8 de la noche, recorriendo diversas calles del centro, pasando junto a la Alameda de León y deteniéndose en el atrio de Santo Domingo de Guzmán, donde los participantes bailaron al ritmo de los sones tradicionales.

La comparsa concluyó frente al Mercado Benito Juárez, con el orgullo de preservar una de las expresiones más queridas del Día de Muertos en Oaxaca.

Cada año, la Comparsa de las Chinas Oaxaqueñas de Casilda se convierte en una forma viva de rendir homenaje a la memoria y la tradición.

Celebrando un año más de tradición, la delegación de Chinas Oaxaqueñas de Casilda organizó la muerteada 2024 como un preludio a las festividades de Día de Muertos en Oaxaca.

La cita fue a las 7:30 de la noche en la casa de Doña Casilda Flores, ubicada en Díaz Ordaz 707 en el Barrio de China. Desde allí, se emprendió un recorrido por diversas calles de la capital del estado en donde quedó demostrado, que la alegría de los oaxaqueños esta presente en todas las épocas del año.

El recorrido, al estilo de una calenda, estuvo lleno de simbolismo y detalles alusivos a la festividad. Telarañas decoraban las marmotas y faroles, mientras un carro alegórico con la representación de la muerte encabezaba esta marcha casi del otro mundo. Monjes con rostros de calaveras portaban luz y avanzaban al ritmo de la música de banda de viento. Las Chinas Oaxaqueñas, vestidas con indumentaria negra adaptada para la ocasión y con rostros pintados como catrinas, bailaban entre flores de cempasúchil, cautivando a todos los presentes.

El camino fue iluminado por la pirotecnia que, en medio de la noche, anunciaba el paso de la muerteada. El espectáculo atrajo tanto a visitantes como a locales, quienes se unieron al festivo recorrido en una auténtica celebración de la vida y la muerte en Oaxaca.